Perón, el hombre que todo lo explicó

A lo largo de su trayectoria política, habló y escribió incansablemente. En cada etapa, explicó todo: sus motivaciones, su método, sus objetivos.

¿Cómo se entiende que en las universidades argentinas no se lea a Perón? Para admirarlo o para criticarlo; para imitarlo o para denostarlo. Para entender.
Pero no, no se lo lee, ni siquiera
para conocerlo.


Entre las muchas críticas que el escritor y periodista Rodolfo Walsh les hizo a los jefes montoneros una iba dirigida a lo que consideraba una falencia de su pensamiento, "un déficit de historicidad". Cuestionaba que se privilegiara el estudio de "las lecciones de la historia en que la clase obrera toma el poder" y que se desdeñara "aquellas otras en que el poder es tomado por la aristocracia, por la burguesía". Y que se privilegiaran las lecciones y experiencias de otros países. "La toma del poder en la Argentina debería ser, sin embargo, nuestro principal tema de estudio".
Pues bien, Perón facilitó las cosas porque permanentemente explicó lo que hacía.

En el video que acompaña esta nota, puede verse cómo, desde Madrid, en el año 1971, Perón explicaba, frente a las cámaras de Fernando Solanas y Octavio Getino, cuál había sido su estrategia para llegar al poder en el período que va de 1943 a 1945, su programa de gobierno y cómo lo fue desarrollando en los años siguientes. El film documental que resultó de esa charla se llama "La Revolución Justicialista".

El extracto publicado aquí se limita al primer tramo: su participación en el movimiento militar del 43 que, vale recordar, vino a poner fin a una etapa de fraude cínicamente llamado "patriótico"; su apuesta a construir poder desde el entonces Consejo del Trabajo, sus diferencias posteriores con los otros miembros del gobierno -que se resistían a llamar a elecciones-, su arresto en la isla Martín García y el 17 de octubre.

"Perón era un profesor, un hombre erudito".
Hay que decir que esta no lectura de Perón no afecta sólo a los no peronistas. Sucede incluso al interior del movimiento, en el que muchos hacen patente con frecuencia su desconocimiento de las tradiciones y categorías de pensamiento justicialistas.

La vocación por enseñar, por transmitir su conocimiento de la política -aunque hay que decir que también creía que la política era un arte y que al que no nacía con ese don le sería muy difícil el oficio- fue una constante en Perón.

En un tramo de Conducción Política, se diferencia en esto de los anteriores caudillos que dominaban la política argentina y que preferían mantener distancia, tener el menor contacto posible con la gente. "Porque el caudillo no era un adoctrinador, ni un maestro, ni un conductor. Prefirió, pues, sustraerse del contacto con la masa. Y decía:: 'No hay que meterse mucho. Se gasta uno…'", escribe Perón.

No hay que avivar giles… dicho en buen criollo. Es el pensamiento de muchos políticos incluso en la actualidad.

"La diferencia que existe entre el caudillo y el conductor es natural -.explicaba en cambio Perón-. El primero hace cosas circunstanciales y el segundo realiza cosas permanentes. El caudillo explota la desorganización y el conductor aprovecha la organización. El caudillo no educa, más bien pervierte; el conductor educa, enseña y forma."


Perón nunca se cansó de hacerlo. De formar y de dar participación. Hoy se usa el horrible verbo empoderar, pero a eso alude el famoso "bastón de mariscal en la mochila" de cada peronista.

Las explicaciones permanentes que daba sobre lo que había hecho apuntaban a la emulación: quien se lo proponga puede actuar en política. Por eso el movimiento que creó tiene la impronta de la iniciativa, de la acción, de la realización. Mejor que decir es hacer. El justicialista que llega a una posición de poder, de responsabilidad, difícilmente no actúe o pase sin dejar huella. Podrá equivocarse, pero no será por no hacer nada.


Hay que decir que, pese a la escasa formación "justicialista" que señala Funes, en los 70 hubo una "peronización" de las clases medias. En la actualidad, no puede decirse lo mismo. La transversalidad predicada hace unos años, se tradujo en un entrismo de esos sectores con agenda y todo.

A 45 años de la desaparición física de Juan Domingo Perón, tres veces presidente constitucional de los argentinos, ya va siendo hora de que su trayectoria pueda ser estudiada sin ser objeto de disputas.

Esperemos que la tendencia incipiente que se dibuja en algunos ámbitos universitarios se sostenga y de los claustros se extienda al terreno de la acción política.

Parafraseando a Funes, podemos decir que
  "La censura antiperonista ya no existe, falta vencer por completo el prejuicio academicista".


Claudia Peiró
Infobae.com

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