Prefacio
El resultado de las PASO 2019 trajo inquietud a la sociedad argentina por el aumento del valor de dólar, el desequilibrio emocional del Presidente Macri y porque la mejor funcionaria política del partido gobernante quedara fuera de carrera.
La derrota de María E. Vidal, ¿fue un castigo a su gestión o fue una sanción mayúscula a Mauricio Macri?
La semana siguiente al acto eleccionario se transformó en un infierno para el ciudadano, con un Dólar estratosférico y la inflación, que estaba en leve descenso continuo, se desboca invitando casi al pánico de la sociedad.
El candidato opositor comienza a desenvolverse como si ejerciera la presidencia de la Nación; la orden a M. Macri que gobierne como presidente y no como candidato es un gesto imperativo que muchos interpretaron como una tácita exigencia de renuncia. Por un instante tuve la impresión de que el poder ejecutivo estaba acéfalo.
Pero no debemos dejar de lado nuestro contexto político y social que es el determinante de nuestros temores y dudas:
~ El candidato triunfante en las PASO no fue designado por una elección democrática dentro de su partido, fue designado por la voluntad de una expresidente muy cuestionada por actos sospechados de corrupción, la muerte de un fiscal, etc.
¿Cuál fue la verdadera intención de darle la postulación?
Muchos opinan que es una maniobra para protegerse de la Justicia y , a su vez, condicionarla.
~ Alberto Fernández lleva a Cristina F de Kirchner como vicepresidenta, a pesar de haberla criticado duramente durante su gestión ¿Puede su designación borrar todos sus conceptos previos? Aquí no vale…. “Borremos el pasado, miremos al futuro” porque nadie carente de ética y principios puede revertir su personalidad de un momento para otro. Cristina negoció con A. Fernández su impunidad
~ Se habla de pobreza y asistencialismo mirando un corte transversal (en este momento) de los índices que nos asustan, sin querer ver que son la consecuencia de un largo proceso político-económico–cultural y social.
~ ¿Es tolerable que regrese al poder un equipo de gobierno corrupto en todos sus niveles?
Es el momento de analizar la crisis social de manera objetiva, para sacar del debate las cuestiones éticas, morales e ideológicas; ésta es la fuente de muchos de nuestros dilemas irresueltos.
En otro capítulo conversaremos el componente político de este momento.
Capítulo I -a-
¿De dónde venimos?
La Argentina se encuentra en un período de transición.
Los 12 años de gobierno de de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner dejaron una pesada herencia al Presidente Mauricio Macri. No sólo debe lamentarse una grave situación fiscal y económica en general, sino también un fuerte deterioro institucional y, en lo que interesa a este trabajo, una grave situación social.
Los 12 años de gobierno de de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner dejaron una pesada herencia al Presidente Mauricio Macri. No sólo debe lamentarse una grave situación fiscal y económica en general, sino también un fuerte deterioro institucional y, en lo que interesa a este trabajo, una grave situación social.
A pesar de un favorable marco internacional que permitió
alcanzar un significativo crecimiento económico de los primeros años de la
gestión Kirchner, no se logró reducir la pobreza. Según informa el Observatorio
de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, la población
por debajo de la línea de pobreza rondaba a fines del 2015 entre un 23,7% y un
34,5% (1).
Según el Indec, en el segundo trimestre del 2016 ese porcentaje llegó a 32,2%. A fines de 2015 la inflación se aproximaba al 40% interanual según mediciones privadas y el déficit fiscal financiero (resultado primario e intereses de la deuda) sumando los gobiernos de la Nación, las provincias y los municipios, llegó a un 7% del PIB.
Según el Indec, en el segundo trimestre del 2016 ese porcentaje llegó a 32,2%. A fines de 2015 la inflación se aproximaba al 40% interanual según mediciones privadas y el déficit fiscal financiero (resultado primario e intereses de la deuda) sumando los gobiernos de la Nación, las provincias y los municipios, llegó a un 7% del PIB.
¿Qué es la pobreza?
Cada vez existe mayor consenso respecto de que la pobreza es un escenario más complejo que el que refleja la falta de dinero para cubrir la canasta básica.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirma que "la pobreza se refiere a la incapacidad de las personas de vivir una vida tolerable" y considera que “una existencia es tolerable” cuando “se puede acceder a la salud, la educación, el trabajo productivo y remunerado, la seguridad personal, la libertad política, al respeto de los derechos humanos y la participación en la vida comunitaria”.
Esta revisión del concepto de la pobreza, que impone una visión multidimensional del problema, hace que la medición tradicional con el método de la línea de pobreza (LP) sea una referencia valiosa, pero, definitivamente, insuficiente. Los cálculos de LP establecen, a partir de los ingresos de los hogares, si estos tienen capacidad de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias esenciales. Sin embargo, el nivel de ingresos no refleja cabalmente las condiciones de vida reales y menos aún las carencias estructurales que impiden a esa población superar la pobreza.
En Septiembre del 2018, el Indec informó carencias estructurales que impiden a esa población superar la pobreza que, de acuerdo a la medición LP del segundo semestre del año, afecta a nivel nacional a un 32% de personas y la indigencia a un 6,9%. En el Gran Córdoba, los porcentajes llegan a 30,3% y 5,5%, respectivamente.
Más allá de algunos puntos de diferencia entre las mediciones de uno y otro periodo, lo cierto es que la pobreza se convirtió en la Argentina en un fenómeno estructural de larga data. Para los últimos 29 años -y a lo largo de nueve períodos de gobiernos con modelos económicos antagónicos- el promedio de pobreza arroja un 32,8%. En este período, el gasto social como porcentaje del gasto público total no dejó de crecer. Hacia el final del mandato de Raúl Alfonsín era del 52,3%; en la era Menem, 64% promedio; en los doce años del kirchnerismo, 69% promedio y para el Presupuesto 2018 del gobierno de Macri, 70%.
Enfoque y sensibilidad social, aparentemente, no le faltó a ninguna administración.
Sin embargo, los resultados no aparecen.
“Existen dudas acerca de si ese incremento se ha hecho en base a una planificación estratégica, con medición y evaluación del gasto y del impacto que tiene sobre las familias o si ha sido el resultado de una sumatoria de distintos planes, programas y subsidios otorgados por distintos ministerios y secretarías dentro de los tres niveles de gobierno”, señala Marcos Hilding Ohlsson (2).
El gobierno de Macri heredó de la gestión kirchnerista un total de 60 programas sociales diferentes, que reforzó en cantidad de beneficiarios y presupuesto asignado.
Hoy alcanzan a más de siete millones de personas con aportes promedio de $7.000 mensuales.
“En lugar de generarse empleo genuino, se han aumentado fuertemente, tanto el empleo público como la cantidad de personas que reciben transferencias desde el Estado. Parte de esto tiene que ver con el sistema asistencial, donde una maraña de planes sociales no sólo ha fracasado en reducir la pobreza, sino que durante estos años ha generado lo que puede denominarse la trampa de la dependencia económica”, afirma el doctor Manuel Solanet en una investigación titulada
“La mejor política social
es crear empleo”
es crear empleo”
Referencias bibliográficas:
~ Fundación Libertad y Progreso, y autor de la
investigación Un análisis de los planes sociales en Argentina.
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