El peronismo que nos condena
Nuestro país inició el proceso que lo llevó a la independencia y a su organización constitucional sobre la base de dos principios fundacionales: la Libertad y la Igualdad. Ése es el legado de los patricios fundadores, que muchas veces se ha visto distorsionado, negado o intentado sustituir.![]() |
Omar "Caballo" Suarez, Juan Pablo "Pata" Medina, José Pedraza, Marcelo Balcedo |
La libertad y la
igualdad están indisolublemente ligadas y por eso, siempre, fueron menoscabadas
por las concepciones corporativas reaccionarias que, cada tanto, logran
prevalecer en esta Nación. Hoy, lo vemos cuando algunos sostienen que ser
llevados a la Justicia por las denuncias de corrupción, es un ataque a la
democracia o afirman que los presos, por fundadas acusaciones de cometer
delitos en la función pública, son presos políticos.
También, esta reacción
se manifiesta en el movimiento sindical, que pretender instalar que las investigaciones al patrimonio saqueado por los jerarcas sindicales, es
un ataque a los derechos de los trabajadores o a la justicia social. Decía Madame Roland al ser llevada a la
guillotina durante la revolución francesa: "¡Libertad, ¡cuántos crímenes
se cometen en tu nombre!" Parafraseándola podemos exclamar "Justicia
Social, cuántos crímenes se cometen en tu nombre". Incluso agregan la amenaza mafiosa sobre la sobrevivencia del gobierno si
no permite al sindicalismo seguir enriqueciéndose y trabar la modernización de
las estructuras productivas del país.
Algunos, por ocupar
bancas legislativas o cargos en los gobiernos o ser dirigentes sindicales,
creen tener derecho a privilegios que no se condicen con una República. Van
desde calificarse como clase política (como si eso los pusiera por encima de
los demás), autocalificarse y colocar en tarjetas personales debajo de su
nombre "diputado o senador mandato cumplido", pecados veniales pero
que muestran la necesidad de creerse por encima de los demás en muestra de
pequeñas vanidades que se potencian cuando invocan los fueros para evitar el
brazo de la Justicia convirtiendo al Senado de la Nación
en un aguantadero con los
privilegios que gozan sobre los ciudadanos comunes dos ex presidentes: uno con condena firme como el caso de Carlos Menem y otra, Cristina Fernández, con múltiples
procesos por el saqueo del país además de la causa del pacto con Irán que llevó
al magnicidio del fiscal Alberto Nisman hace cuatro años.
La sociedad argentina tiene que
asumir un examen de sus valores como surge de las reacciones de ciertos
sectores de la política y de las corporaciones que promueven protestas,
manifestaciones, o amenazan con destituciones al sentirse amenazados por el
tardío accionar de la Justicia ante el saqueo al que han sometido al país en
las últimas décadas.
Afirmar
que los presos por actos de corrupción son presos políticos es promover la
impunidad, como lo es defender los fueros para que expresidentes que han
cometido delitos graves estén cómodos en sus bancas del senado.
Ya en 1813 se
abolieron los fueros especiales y los privilegios de clase o casta, pero las oligarquías políticas y
sindicales creen que la igualdad ante la ley es solamente para los ciudadanos
de a pie.
Pero no se trata de
obtener el castigo de quienes usaron el poder para cometer actos ilícitos, de
mandar a la cárcel a sindicalistas corruptos y empresarios que sobornan a
gobernantes o cometen tropelías en complicidad con las dirigencias gremiales.
Lo que hace falta es
encarar profundas reformas para cambiar los sistemas que posibilitan la
corrupción. Hay dos herencias nefastas de la dictadura de Onganía: la ley de obras sociales y el Fonavi.
La Ley de obras sociales ha
distorsionado el sistema de salud argentino, como la evidencia el porcentaje elevado del PBI que se destina a sus
programas y las falencias que soporta la población. Es que eso se ha convertido
en la caja que ha permitido el enriquecimiento ilícito de la dirigencia sindical, de múltiples ineficiencias y corruptelas como
el costo de los medicamentos, el derroche en los equipamientos, o el cobro de
prestaciones inexistentes.
El Fonavi
ha posibilitado el auge de la
patria contratista con la connivencia de empresarios, sindicalistas y
burócratas que no ha servido para terminar con el déficit habitacional, pero ha sido muy útil para levantar
fortunas, dilapidando los impuestos que soportan los contribuyentes.
Libertad e Igualdad
están vinculadas porque estos males, en parte, devienen de haber negado a los trabajadores
argentinos, con una ley de asociaciones profesionales de corte fascista, la
libertad de agremiarse generando
estas oligarquías similares a los feudos provinciales donde los cargos se
heredan entre padres e hijos y maridos y esposas.
Pero no
se trata solamente y nada menos, del enriquecimiento de los sindicalistas, sino
también de cómo esta dirigencia promueve el mantenimiento de estructuras
perimidas, anacrónicas, ineficaces y que fomentan el desempleo y la pobreza de
vastos sectores que deben soportar la exclusión resultante del accionar de
estas oligarquías.
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