El pobrismo no desea que los que hoy son pobres dejen de serlo
El pobrismo podría
ser definido como la exaltación de los pobres, poniendo el énfasis en su defensa frente al
resto de la sociedad. Es un enfoque clasista,
aunque distinto al del marxismo. No se sintetiza en los trabajadores versus el capital,
sino en los pobres frente a los ricos y el poder económico. Mientras el
marxismo habla de la explotación, el pobrismo habla de la exclusión y el
descarte.
El pobrismo no considera la
movilidad social. Los pobres son y
serán. Con ellos se desarrollan lazos afectivos, de solidaridad y también
de ayuda. Pero el
pobrismo no elabora políticas ni procedimientos para que cada uno de los pobres
evolucione hacia la riqueza. Más
bien desarrolla un discurso de protesta dirigido a quienes ellos creen
egoístas, que desprecian a los pobres o en el mejor de los casos los
ignoran. El pobrista suele adoptar perfiles austeros y emblemáticos en su
vida personal. Es una forma de expresar su vocación o preferencia por los
pobres.
El pobrismo es característico de
gente buena. No nace en el resentimiento ni postula la lucha de clases. Tiende al
asistencialismo. A redistribuir la riqueza que ya existe.
Desconoce la inversión productiva y la generación de trabajo. Esto es consecuencia de que los pobristas descreen en el capital y tienen aversión a las grandes empresas. Prefieren dar pescado que enseñar a pescar. A lo sumo son condescendientes con la pequeña empresa, las pymes, que serían una réplica de los pobres frente a las grandes corporaciones. Sospechan que éstas ganan demasiado y que son remisas a distribuir los beneficios entre sus obreros.
Desconoce la inversión productiva y la generación de trabajo. Esto es consecuencia de que los pobristas descreen en el capital y tienen aversión a las grandes empresas. Prefieren dar pescado que enseñar a pescar. A lo sumo son condescendientes con la pequeña empresa, las pymes, que serían una réplica de los pobres frente a las grandes corporaciones. Sospechan que éstas ganan demasiado y que son remisas a distribuir los beneficios entre sus obreros.
Al exaltar la pobreza,
parecería que el pobrismo no desea que los que hoy son pobres dejen de
serlo. No indaga sobre las causas de la pobreza ni sobre el desarrollo
económico y social producido por los distintos sistemas económicos. En esa
ignorancia hace prevalecer visiones inmediatistas. Por ello rechaza el
capitalismo o la economía de mercado, desconociendo que fue el único sistema
que efectivamente contribuyó a reducir la pobreza en el mundo.
Es común que el pobrismo tenga base religiosa. Para los hombres de Fe vale
el mandato evangélico de amar al prójimo como a si mismo. El Papa Francisco es
un pobrista y
ha convocado a esa visión a muchos otros obispos y sacerdotes. El mensaje de
“Laudato si” en su capítulo social expone con toda claridad esa posición, que
luego se ha reiterado en todos los mensajes y documentos.
Debe diferenciarse el pobrismo de la verdadera ayuda efectiva a los
pobres, que es la que trata de que salgan de esa situación, que dejen de ser
pobres. Ayuda efectiva es, por ejemplo, la del sacerdote Pedro Opeka que desde
hace 50 años trabaja en una comunidad en Madagascar. Su tarea, además de
espiritual, ha sido de ayuda para que personas de extrema pobreza,
salgan de ella. Les ha hecho construir viviendas, enseñándoles con
su propia participación. Les creó escuelas, agregando luego colegios
secundarios y una universidad. Su preocupación fue capacitarlos para
que evolucionen intelectual y materialmente.
Escuché al Padre Opeka
agradecer el premio que le otorgó la Universidad del CEMA, un centro educativo
orientado a la libertad económica. En su discurso explicó cómo darle a sus
asistidos las capacidades para desarrollarse por sí mismos. Es una filosofía coincidente
con la sostenida en el mundo por el Instituto Acton. Ella nos dice que debe superarse
la mera actitud compasiva, que deviene en protestataria, para luego impugnar
paradójicamente los sistemas económicos que más han hecho para salir de la
pobreza.
Manuel de Solanet.
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