El ordoliberalismo es una escuela de pensamiento económico nacida durante la década de 1930 en la Universidad de Friburgo, Alemania. Se le conoce también como liberalismo del orden o Escuela de Friburgo.
Establece un orden jurídico de libertades en el ámbito de la economía para evitar tanto los monopolios y los carteles como para poner límites al proceder del Estado o Gobierno.
El Círculo de Friburgo estuvo integrado por economistas y abogados alemanes, cristianos católicos y protestantes, quienes después del trauma causado por “La noche de los cristales rotos” se reunían en esta ciudad alemana a fin de elaborar un orden económico, social y político alternativo al nacionalsocialismo, entonces en el poder. Así lo hicieron de 1938 a 1944. Fueron parte de la resistencia alemana contra el nazismo.
Uno de los fundadores de la escuela y miembro del círculo fue el economista alemán y profesor en Friburgo Walter Eucken (1891-1950) quien en tiempos de la Primera Guerra Mundial notó que la etapa del liberalismo clásico inspirado en el principio de “dejar hacer, dejar pasar” daba lugar al surgimiento de monopolios y carteles en diferentes áreas de la economía, que se convertían en bloques privados de poder y enemigos de la libertad individual.
En fin, que la tendencia natural del capitalismo era evolucionar de la libre concurrencia en los siglos XVIII y XIX a la formación de monopolios en el siglo XX. Algo que notaron otros autores y que Vladimir Ilich Lenin comentó en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo”.
Buscando la libertad económica al favorecer el principio de laissez- faire se llegaba a un capitalismo de monopolios que terminaban limitando y en algunos casos anulando la libertad individual tanto en el ámbito económico como en el político.
Desde el Estado.
El profesor Eucken concluye, entonces, que en el siglo XX una economía de libre competencia como la que observó Adam Smith en su tiempo al escribir la célebre “Riqueza de las naciones”, no nace de la espontaneidad y la completa libertad de los actores económicos, sino que debe ser creada con una política de ordenamiento desde el Estado. Eucken menciona siete condiciones o políticas públicas que deben ser promovidas para que se forme un orden liberal:
La primera, y la más importante, es crear una economía de mercado con un sistema de precios definidos por el mercado, y no por el Estado, y un alto nivel de competencia. De allí se desprende, como corolario, la necesaria prohibición de monopolios y carteles.
Otras condiciones serían las siguientes: Estabilidad del valor de la moneda; acceso libre a los mercados; propiedad privada; libertad de convenios; responsabilidad personal de los actores en el proceso económico; y una política económica sistemática y permanente que brinde seguridad jurídica a las personas.
Eucken escribió que todos los esfuerzos para alcanzar un orden de competencia son en vano si no está asegurada una política monetaria independiente que asegure una estabilidad de precios.
Para Eucken, el orden de libre competencia debe conceder al ser humano un máximo de libertad y poner límites tanto al poder del Estado como al poder de los monopolios.
Lo paradójico de su fórmula es que busca promover la economía de mercado y competencia desde el Estado, por medio de un intervencionismo liberal, algo que, para algunos, especialmente los seguidores del liberalismo clásico, constituirá una verdadera herejía o contrasentido porque suponen que el Estado no debe intervenir en la economía.
Según Eucken, también debe existir una política social de ordenamiento que brinde al ser humano todas las posibilidades para que este asegure su futuro de manera individual.
Pero criticó las políticas sociales tradicionales que le quitan a la ciudadanía sus derechos individuales y se traducen en una esclavitud de Estado.
Con esta crítica se anuncia el tema del libro “Camino de servidumbre” del austríaco y premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek.
Franz Bohm.
La primera, y la más importante, es crear una economía de mercado con un sistema de precios definidos por el mercado, y no por el Estado, y un alto nivel de competencia. De allí se desprende, como corolario, la necesaria prohibición de monopolios y carteles.
Otras condiciones serían las siguientes: Estabilidad del valor de la moneda; acceso libre a los mercados; propiedad privada; libertad de convenios; responsabilidad personal de los actores en el proceso económico; y una política económica sistemática y permanente que brinde seguridad jurídica a las personas.
Eucken escribió que todos los esfuerzos para alcanzar un orden de competencia son en vano si no está asegurada una política monetaria independiente que asegure una estabilidad de precios.
Para Eucken, el orden de libre competencia debe conceder al ser humano un máximo de libertad y poner límites tanto al poder del Estado como al poder de los monopolios.
Lo paradójico de su fórmula es que busca promover la economía de mercado y competencia desde el Estado, por medio de un intervencionismo liberal, algo que, para algunos, especialmente los seguidores del liberalismo clásico, constituirá una verdadera herejía o contrasentido porque suponen que el Estado no debe intervenir en la economía.
Según Eucken, también debe existir una política social de ordenamiento que brinde al ser humano todas las posibilidades para que este asegure su futuro de manera individual.
Pero criticó las políticas sociales tradicionales que le quitan a la ciudadanía sus derechos individuales y se traducen en una esclavitud de Estado.
Con esta crítica se anuncia el tema del libro “Camino de servidumbre” del austríaco y premio Nobel de Economía Friedrich von Hayek.
Franz Bohm.
El alemán Franz Bohm (1895-1977), jurista y profesor de la Universidad de Friburgo, fue otro de los fundadores del ordoliberalismo.
Retomando la idea de John Locke, que promovía la libertad dentro de la ley, llegó a la conclusión de que a la economía de competencia hay que darle un marco jurídico y que la política económica debe favorecer la economía de mercado, la competencia y, por lo tanto, evitar la formación de carteles y monopolios.
Su obra máxima publicada en 1933 se tituló “Competencia y lucha antimonopólica”.
Bohm tuvo una enorme influencia en la creación de la ley alemana contra las limitaciones de la competencia, que por cierto también permeó la legislación económica de otros países europeos.
En resumen, para los ordoliberales el sistema más libre y eficiente es el de un mercado perfectamente competitivo, pero dicha economía no nace espontáneamente, sino que es necesario crearla con políticas económicas y leyes. Es decir, que están de acuerdo con la intervención del Estado siempre y cuando favorezca un orden de libertad, competencia y economía de mercado.
Discrepancia.
Retomando la idea de John Locke, que promovía la libertad dentro de la ley, llegó a la conclusión de que a la economía de competencia hay que darle un marco jurídico y que la política económica debe favorecer la economía de mercado, la competencia y, por lo tanto, evitar la formación de carteles y monopolios.
Su obra máxima publicada en 1933 se tituló “Competencia y lucha antimonopólica”.
Bohm tuvo una enorme influencia en la creación de la ley alemana contra las limitaciones de la competencia, que por cierto también permeó la legislación económica de otros países europeos.
En resumen, para los ordoliberales el sistema más libre y eficiente es el de un mercado perfectamente competitivo, pero dicha economía no nace espontáneamente, sino que es necesario crearla con políticas económicas y leyes. Es decir, que están de acuerdo con la intervención del Estado siempre y cuando favorezca un orden de libertad, competencia y economía de mercado.
Discrepancia.
En la Escuela de Friburgo no se cuestionan las contribuciones del inglés John Locke (1632-1683) como padre del liberalismo y su defensa y promoción de la libertad, la vida y la propiedad basándose en un sistema de leyes, división de poderes y respeto a los derechos de la propiedad.
Tampoco se cuestionan los aportes del escocés Adam Smith (1723-1790) como padre del liberalismo económico y descubridor de que las sociedades más ricas y prósperas son las más libres y a la vez que las economías más ricas son las que se basan en la competencia, el mercado, la seguridad jurídica y el libre comercio.
Pero la discrepancia de los ordoliberales con los liberales clásicos es que tienen la convicción de que la economía de libertad, leyes, derechos de propiedad, mercado y competencia no se forma sola como producto de la espontaneidad, sino que debe nacer de leyes y políticas económicas auspiciadas desde el Estado.
La discrepancia entre liberales clásicos del siglo XVIII y ordoliberales del siglo XX no es sobre los fines, sino sobre los medios para alcanzar la libertad, el progreso y la economía de mercado y la competencia.
Desde luego, los medios de los ordoliberales y la intervención del Estado parecerá muy inconveniente para los socialistas y estatistas de diferentes tipos y también riesgosa para algunos liberales que son enemigos a muerte del Estado y, por tanto, desconfían profundamente de todo lo que provenga del sector público o del Gobierno, incluso una ley contra los monopolios que promueva la competencia.
Estos últimos también temen que el intervencionismo liberal sea la puerta de entrada para el regreso del intervencionismo en los más diversos ámbitos de la vida económica y social.
Pero ha sido y es la posición de los ordoliberales alemanes y de los numerosos seguidores de la Escuela de Friburgo en Europa y en el mundo.
Óscar Álvarez Araya es politólogo y escritor.
La Nacion
Tampoco se cuestionan los aportes del escocés Adam Smith (1723-1790) como padre del liberalismo económico y descubridor de que las sociedades más ricas y prósperas son las más libres y a la vez que las economías más ricas son las que se basan en la competencia, el mercado, la seguridad jurídica y el libre comercio.
Pero la discrepancia de los ordoliberales con los liberales clásicos es que tienen la convicción de que la economía de libertad, leyes, derechos de propiedad, mercado y competencia no se forma sola como producto de la espontaneidad, sino que debe nacer de leyes y políticas económicas auspiciadas desde el Estado.
La discrepancia entre liberales clásicos del siglo XVIII y ordoliberales del siglo XX no es sobre los fines, sino sobre los medios para alcanzar la libertad, el progreso y la economía de mercado y la competencia.
Desde luego, los medios de los ordoliberales y la intervención del Estado parecerá muy inconveniente para los socialistas y estatistas de diferentes tipos y también riesgosa para algunos liberales que son enemigos a muerte del Estado y, por tanto, desconfían profundamente de todo lo que provenga del sector público o del Gobierno, incluso una ley contra los monopolios que promueva la competencia.
Estos últimos también temen que el intervencionismo liberal sea la puerta de entrada para el regreso del intervencionismo en los más diversos ámbitos de la vida económica y social.
Pero ha sido y es la posición de los ordoliberales alemanes y de los numerosos seguidores de la Escuela de Friburgo en Europa y en el mundo.
Óscar Álvarez Araya es politólogo y escritor.
La Nacion
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