La semana pasada, Malamud había escrito en Twitter: "Para muchos, Portugal se convirtió en la Biblia del antiajuste. Pero la Biblia tiene dos partes. En el Antiguo Testamento (2011-15), intervención y masacre. En el Nuevo Testamento (2015-19), amor y resurrección. No hay paraísos gratis", escribió en su cuenta de Twitter.
Efectivamente, en 2014 Portugal luego de cumplir su acuerdo con los organismos financieros internacionales -en su caso, la Troika formada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE)-, lanzó su propio programa económico, y hoy disfruta de un crecimiento envidiable para muchos vecinos europeos.
-¿Cómo ve la posibilidad de que la Argentina aplique el "modelo portugués" tal como proponen algunos sectores opositores?
-Imposible. El modelo portugués consistió, primero, en sobrecumplir el ajuste, y después en desajustar gradualmente, pero manteniendo la reducción del déficit. El modelo griego, en cambio, consistió en prometer la ruptura con los organismos internacionales y después traicionar esa promesa. Por eso muchos creen que en un eventual gobierno, Cristina Kirchner podría hacer la "gran Alexis Tsipras" [por el primer ministro griego]: ganar las elecciones y seguir con el ajuste. Si Cristina quiere aplicar el "camino portugués", la lección de Portugal es que el ajuste es inevitable, y eso es malo para ella. Además, el que ajusta pierde. Y eso es malo para Macri.
-¿Cómo llega Portugal a su crisis financiera de 2010?
-La crisis mundial de 2008 comienza en Estados Unidos. Al primer país europeo que afecta es a Grecia y luego a Portugal, Irlanda y España. No son todas crisis similares. Grecia era una especie de Indec mediterráneo, con un déficit y deudas altísimos que estaban ocultados en los números oficiales. En España e Irlanda hubo una burbuja inmobiliaria. No era una deuda fiscal, sino deuda privada. Pero como afecta a los bancos, los Estados salen a rescatar a los bancos. Digámoslo claramente: los rescates europeos están hechos para que los deudores del sur puedan pagarle a los bancos alemanes y franceses. En el caso de Portugal había un enorme déficit fiscal, y es un gobierno socialista el que en 2010 pide la intervención de la Troika cuando ya no pueden esconder el déficit ni pagar los salarios.
-¿En qué se parece la crisis portuguesa a la argentina?
-Portugal es un Estado europeo, de bienestar, así que también tenía un enorme gasto público, probablemente más que la Argentina en proporción al PBI, con un alto porcentaje de jubilados por el envejecimiento de la población. Las jubilaciones y los sueldos en el sector público eran altos y eso generó un enorme déficit fiscal.
-¿Y en qué se diferencian ambos países?
-Primero, Portugal está dentro del sistema monetario europeo y es un país periférico. No tiene política monetaria propia y por eso no podía devaluar. Lo que tuvieron que hacer a partir de 2011 fue lo que ellos llaman "devaluación interna", achicar los costos de producción, o sea, el salario. Todos los sueldos del sector público fueron reducidos entre el 20 y el 25%.
-¿Fue legal reducir los sueldos?
-En Portugal hay 14 sueldos anuales. Mediante una ley especial el gobierno "suspendió" provisoriamente los aguinaldos, o sea que achicó en un 14% los salarios. Además, redujeron los sueldos públicos entre el 5 y el 10% según el rango. Yo trabajo en una universidad pública y a mi rango le correspondía algo más del 8% de descuento. Así que en un año yo vi reducir mis ingresos casi el 23%. Además, los portugueses emigran incluso en períodos de crecimiento, así que otro ingrediente del ajuste fue la reducción de la población. La gente que no quería el ajuste se fue a otros países.
-¿Hubo despidos?
-En el sector público hubo reducción de sueldos y hubo una nueva ley laboral de despidos para el sector privado que llevó el desempleo del 8 al 18%. También se aprobó un aumento de impuestos. Hoy el IVA está en el 23%.Y el ajuste que vino cuando rompieron con la Troika fue aún mayor, durísimo. Los chicos leían libros en las escuelas en los que les explicaban el ajuste. Venían de la escuela preguntando cuándo se iba a acabar la crisis.
-¿Cuál fue entonces la reacción de la población?
-Hay varias cuestiones. Primero, un tema de idiosincrasia. Los portugueses sintieron "culpa" por lo que les estaba pasando. Hay que pensar que este país fue un imperio hace cinco siglos, y hoy son un pueblo acomplejado por sus errores, que se siente pequeño, marginal y periférico. A diferencia de lo que ocurrió en Grecia, los portugueses creyeron el discurso de los economistas alemanes sobre la necesidad de poner orden en sus cuentas. Grecia odia a Angela Merkel y acá la gente opinaba que los alemanes tenían razón en su diagnóstico sobre la situación portuguesa. Por eso, cuando el primer ministro anuncia que va a ajustar más allá de lo que les pedía la Troika porque había una responsabilidad portuguesa en la crisis, estaba encarnando este espíritu de culpa portugués.
-¿Cómo se compara eso con la idiosincrasia argentina?
-Hay un artículo de 1984 de Guillermo O'Donnell, ya fallecido, titulado "A mí qué mierda me importa". Él explicaba la diferencia entre brasileños y argentinos en una discusión. Se encuentran dos brasileños de diferente clase social. El de clase baja se violenta y el de clase alta le pregunta: "¿Usted sabe con quién está hablando?". Eso hace que el otro baje la cabeza y pida perdón. La respuesta del argentino ante la misma situación es: "¡Y a mí qué mierda me importa!". La sociedad argentina es igualitarista, mientras que la brasileña y la portuguesa son más obedientes al poder. Aquí se pudo imponer el ajuste porque la gente respeta la autoridad. Además, la dirigencia portuguesa es austera. Y si bien hay casos de corrupción aislados, no se trata de una organización corrupta del sistema de poder. Mientras en Portugal se aplicaba el ajuste veían por televisión el estallido social en Grecia, y ellos no quisieron ser como Grecia.
-¿Cómo sucede entonces el "milagro portugués"?
-La recuperación económica portuguesa no es, como dice Sergio Massa, porque hubo un plan de desarrollo. Tuvo que ver con el ajuste impuesto por la Troika y la serie de carambolas que siguieron al ajuste. Entre otras, el fracaso de la primavera árabe, que tornó desfavorable las condiciones para el turismo en el norte de África y así Portugal creció como opción turística. En 2017, el 13,7% del PBI portugués provino del turismo. Pero Portugal no hizo nada para impulsar el turismo. Lo consiguió porque le va mal a los árabes. El segundo aspecto que impulsó la recuperación fueron las exportaciones. Pero de nuevo, no hubo una política de desarrollo portugués, sino que fue la consecuencia de la división del trabajo en Europa. Los alemanes comenzar a abrir empresas en la periferia para luego importar. Portugal es hoy un enorme exportador de 300.000 automóviles al año, sobre todo de marcas alemanas y francesas. Eso es casi diez veces más que la producción automovilística argentina. Es decir, las dos grandes patas de la economía portuguesa son el turismo y las exportaciones. No son las inversiones extranjeras, como quiere Macri, ni el consumo interno, como es el plan de Cristina Kirchner.
-¿Y cuáles fueron las consecuencias políticas del ajuste?
-La lección de Portugal es que el ajusta pierde.Todos entendieron que el ajuste era necesario. Todos lo hicieron y todos perdieron luego la elección. Eso pinta un panorama desfavorable para Macri. Fue diferente el modelo griego. La centroderecha hizo el ajuste y perdió las elecciones. Luego la izquierda ganó con la promesa de no ajustar, pero rompió su promesa y ajustó. Y, sin embargo, no perdió respaldo.
-¿Cómo vive hoy Portugal su resurrección económica?
-Después de siete años, recién el año pasado yo volví a ganar lo mismo que en 2018. Ahora el desempleo es del 7%. Los portugueses están encantados con la actual situación. Les gusta saber lo que piensan de ellos afuera y lo disfrutan. El gobierno sigue reduciendo el déficit fiscal. No amplió el Estado y sigue realizando pequeños ajustes.
Por: Rubén Guillemí
lanacion.com.ar
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